Eliseo Diego: “La casa abandonada”, “Oda a la joven luz”, y “Testamento”
Posted: June 13, 2016 Filed under: Eliseo Diego, Spanish | Tags: Poetas cubanos Comments Off on Eliseo Diego: “La casa abandonada”, “Oda a la joven luz”, y “Testamento”Eliseo Diego (1920-1994)
La casa abandonada
.
Hacia el final de la escalera
te has dado vuelta: en el vacío de abajo
el viento solitario hace las veces del trajín,
y la penumbra está sucia de olvido.
Pero arriba, en el piso de arriba,
el cúmulo de inútil sueño aguarda.
¿Vas a entrar en él, a sumergirte?
Con la mano puesta en el balaústre,
acariciándolo te quedas.
Poco a poco, no vas así a bajar la vista:
escucha el torvo zumbido de la mosca
que se afana contra el ciego cristal:
hay alguien en el primer peldaño.
Espera.
Mira:
tú estás en el primer peldaño.
Lívido te estás mirando a ti con toda el alma
como si fuese para siempre.
Y ya
no estás arriba,
ni tampoco abajo.
Zumba
sola por fin la torva prisionera.
. . .
Oda a la joven luz
.
En mi país la luz es mucho más que el tiempo,
se demora con extraña delicia en los contornos militares de todo,
en las reliquias escuetas del diluvio.
.
La luz
en mi país resiste a la memoria
como el oro al sudor de la codicia,
perdura entre sí misma,
nos ignora desde su ajeno ser, su transparencia.
.
Quien corteje a la luz con cintas y tambores
inclinándose aquí y allá según astucia
de una sensualidad arcaica, incalculable,
pierde su tiempo, arguye con las olas
mientras la luz, ensimismada, duerme.
.
Pues no mira la luz en mi país
las modestas victorias del sentido
ni los finos desastres de la suerte,
sino que se entretiene con
hojas, pajarillos, caracoles, relumbres, hondos verdes.
.
Y es que ciega la luz en mi país
deslumbra su propio corazón inviolable
sin saber de ganancias ni de pérdidas.
Pura como la sal, intacta, erguida,
la casta, demente luz
dehoja el tiempo.
. . .
Testamento
.
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
.
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
.
habiendo llegado a este tiempo;
.
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso,
de ver el manar sereno de la sombra;
.
y no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches
y su vibrante delicadeza enorme;
.
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
.
decido hacer mi testamento.
Es
éste:
les dejo el tiempo,
todo el tiempo.
. . . . .