Poemas para el Día de la Madre

Flores de mayo_Tulipanes en Toronto
Jacobo Regen
Elegía
.
1.
Ibamos juntos, madre,
por una calle extraña
de una ciudad desconocida.
.
Los fanales temblaban
bajo la lluvia, iluminando rostros
que nunca vimos antes,
que no vemos ahora.
Nos miraban,
pero no lo advertíamos…
.
Con el dolor en alto
– que fue el único laurel para tu frente –
me absolvían tus ojos
de todo el desamor,
de la distancia
que puse entre tus sueños y mi vida.
.
2.
Yo no miro este cielo.
.
En cada nube, en cada gajo de inmensidad
hallaría un reproche
que desde el fondo de tu ausencia viene.
Porque de pronto escucho tu voz, tu voz lejana,
tu silencio,
y un sobrecogimiento de infinito tiembla en mi corazón.
.
Tú, sin embargo, me perdonas.
Y sigues, en mis sueños, envolviéndome
con tu mirada pura llena de luz sin fondo.
.
¿Por qué – me digo ahora –
por qué llega el amor cuando la rosa
sus cenizas esparce al firmamento?
.
Cuando se corporiza en el delirio
lo que vimos pasar como una sombra,
ebrios de nuestra muerte.
.
3.
Envuelta en una música doliente
llegas a mí de lejos, madre mía.
Y aunque no cantes tú, la melodía
vibra en mi corazón, llora en mi frente.
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Pueblas mi sangre silenciosamente
y, al prolongarte en mí, soy tu agonía:
raído azogue, remembranza fría
de tanto amor y tanta luz ausente.
.
Madre, mi soledad a ti se aferra.
Nada me habita como tu recuerdo
por la infinita sombra iluminado.
.
Protégeme en las lindes de la tierra
donde sin causa ni razón me pierdo,
donde ya ni conmigo me he quedado.
. . .
Diana Raznovich
El Círculo
(A mi madre, Berta Schrager)
.
Yo viajaba en el centro de tus gestos.
Navegaba tu sangre.
Disfrutaba del Paraíso donde todo es cierto.
Vos fabricabas mi razón,
mis huesos,
la médula dorsal de mis secretos.
.
Yo lo recuerdo, madre.
O tal vez no. Tal vez no lo recuerdo.
.
Vos soñabas conmigo todo el tiempo.
Yo sería pianista:
fabricabas las manos del perfecto concierto.
Yo sería generosa y abierta:
Fabricabas un corazón espeso.
Me dabas las preguntas de un antiguo silencio.
.
Yo lo recuerdo, madre.
O tal vez no. Tal vez no lo recuerdo.
.
Yo colmada de todos los deseos
me bebía la noche inmemorial del universo.
Éramos el círculo feliz: la doble cara del espejo.
.
Yo lo recuerdo, madre.
O tal vez no. Tal vez no lo recuerdo.
. . .
Germán Berdiales
Mamita
.
Mamita, mamita,
si tú fueses árbol,
tu hijito en tus ramas
quisiera ser pájaro.
.
Si tú fueses río,
que va al mar cantando,
tu hijito en sus aguas
quisiera ser barco.
.
Mamita, mamita,
si fueses un río o fueses un árbol,
tú me acunarías
igual en tus brazos.
. . .
Rodolfo Alonso
Cantiga
.
El mar que madura
el dolor que ladra
.
Y nuestra madre
que nos hizo vivir.
.
La muerte que muerde
la vida que viene
.
Y nuestra madre
que nos hizo vivir.
.
La mano que manda
el amor que ama
.
Y nuestra madre
que nos hizo vivir.
. . .
Beatriz Vallejos
Mamá Teje
.
Sólo existen tus manos,
la hebra que trae, a cadencias,
el murmullo de un dialecto lejano.
Más allá del mar.
.
Al pie de la mecedora,
con la muñeca de ojos fijos
viajo contigo en tu ovillo.
.
Yo que soy una flor
en tus laderas de esmeralda
entiendo mirándote
el lenguaje de la bruma.
. . .
Juan José Hernández
La Madre
.
1.
.
Girasol de la siesta,
luz del verano,
y la fresca penumbra
que había en el cuarto.
Era el mundo
tu cuerpo moreno y ancho.
.
Los pájaros cantaban
– lenguas de llamas –
en sus jaulas de mimbre,
bajo la parra.
Era tu cuerpo el agua
de las tinajas.
.
Bostezaba la gata;
moscas pesadas
zumbaban en el vidrio
de la ventana.
(Sobre la almohada,
orquillas de tu pelo
desparramadas.)
.
2.
.
Vigilia perfumada
su obedencia de frutos
cada día.
.
A su amparo y volumen
despertaban los grandes
girasoles cautivos.
.
Certidumbre de ombligo
su claridad risueña
prometía.
.
Cuando la mecedora se apagaba
justo a los arcos de la galería,
.
de sus manos morenas, enlazadas,
la ternura del mundo descendía.
. . .
Alfonsina Storni
Palabras a mi Madre
.
No las grandes verdades yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Si, cuando me gestaste, la luna fue testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.
.
Y si, cuando en tu seno de fervores latinos,
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste en el oro
Del crepúsculo hundirse los pájaros marinos.
.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
.
Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros,
Arrullada en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan sin destino.
. . .
Osvaldo Rossler
Canto a la Madre
.
Madre,
tu hijo menor,
el ala más pequeña de tu carne,
te quiere hablar,
aunque no lo oigas, aunque mi llamado
quede tapado entre las cuatro
paredes que rodean mis días.
.
Madre de mis tinieblas,
madre de mi mediodía,
yo que fui tu vagido desde adentro,
tu ser más interior, tu anhelo máximo,
te quiero responder
aunque tú no hayas preguntado nada,
aunque tú seas una gran pregunta
que no exige respuesta.
.
Quiero hablarte, es decir, quiero nombrarte
con esta boca que es tu misma boca,
con este labio que copia la forma de tu labio,
con estas palabras
que desde antiguo han sido nuestro puente.
.
No puedo prescindir de tu presencia
porque aún mi sangre se nutre de la tuya,
porque todo mi ser sigue ligado
a la totalidad de tu existencia.
.
Cuando arranqué de ti, cuando dejé de ser
materia de tu fondo y fui el impulso carnal
originado por tu voluntad de vida,
no sabía de mí, me ignoraba por completo,
tú tenías, en cambio, la certeza
de mi reciente realidad,
la idea de conformar un bello destino.
.
Lo que era, madre, en esos días,
es casi semejante a lo de hoy,
porque nada ha cambiado,
porque se nace ya como se vive,
porque aquello que fui
no ha variado en el fondo.
.
Ah, no se trata de buscar
esa guarida de tu cuerpo,
se trata de vivir y de crecer,
se trata de insistir ante los otros,
porque la vida es esto: movimiento
de un cuerpo en otro cuerpo,
de un ser en otro ser que nos irradia.
.
Si te invoco
es porque quiero ahondar en este vínculo
que siendo el esencial
será el que aclarará mis fundamentos.
.
Por eso vuelvo a ti, toco tu imagen,
para intentar, para alcanzar
con el origen bien reconocido
la conquista final, esa conquista
de mí mismo que en ti halló la vida.
. . .
Selección de:  “A la Madre”: Poemas elegidos por María Elena Walsh © 1981
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