Hojarascas: poemas de otoño – poemas de amor

Hojas de octubre_Toronto_21.10.2015_A
Aneudis Pérez (seudónimo)

Unámonos y hagamos hojarascas
.
Tómame de tu mano, no me sueltes,
llévame a la vereda junto al río,
quiero saciar mi sed al lado tuyo
y vivir junto a ti… este amorío.
.
Tómame de tus ojos entre las sombras,
guíame con la luz de tu mirada
el camino esta lleno de acechanzas,
y si tú vas conmigo, no me dañan.
.
Envuélveme en tu aliento, la noche es fría,
mi alma encuentra abrigo en tus adentros,
hay música y perfume allá en tu estancia,
y paz, hermosa paz en tu silencio.
.
Abrázame en tu piel, ¡Oh niña hermosa!
no hay tez más tersa que la de tu cara,
ni suavidad mas seda que tu envoltura,
estuche de petunias y de malvas.
.
Elévame en tu voz por las alturas,
y en tu celeste canto dame calma,
que no hay mas tierna y dulce melodía
que el escucharte a ti en mis mañanas.
.
Ámame con todo el ser, hasta el cansancio,
esta la eternidad, nos sobra tiempo,
dame todo tu amor, toda tu vida
y andaremos surcando el universo.
.
Amor no creo que es mucho lo que pido,
pues tú eres suave brisa y yo soy viento,
unámonos y hagamos hojarascas
nuestra cama será la piel del cielo.

. . .
Gabriela Ponce (México)
De otoño y hojarascas
.
He pintado los tonos de mi sombra
con el color sereno de tu mirada
en tonalidades de otoño y hojarascas.
.
Tu mirada de cristales transparentes
donde puedo asomarme
al jardín etéreo de tu alma.
.
Por eso cuando callas
solo habla tu mirada,
donde se respiran aromas suaves
en la cercanía de tu aliento.
.
Quiero escucharte en mi silencio,
en un solo sentimiento.
Y la memoria no tiene recuerdos previos,
solo una manifestación de interés renovado.
.
En tu escena sin saberlo
con mis mejores líneas,
la cordura es solo poesía.
.
Dentro de mi sueño eterno
con tu voz susurrando a mi oído
en el lenguaje perfecto.
. . .
Marchena (Costa Rica)
Hojarasca
.
Como lluvia de hojarasca
naufrago
despojada de alas
sin raíz
sin tiempo
con mirada larga
vestida de fracaso
atraida por el viento
al igual que la hojarasca
volando locamente
me presiento mañana
encallada
en un rincón.

Hojas de octubre_Toronto_21.10.2015_B
Gustavo Emilio Bonacci (Argentina)
Hojarasca
.
La hojarasca otoñal tembló
al verla placida llegar,
la apuesta se redobló
sin el deseo de dialogar.
.
El miedo se apoderó
de aquel suspiro inmortal,
y aquel beso abanderó
un destino de amantes fatal.
.
Dos caminos paralelos
un bosque rojizo unió,
envuelto de dulces vuelos
la pasión los endemonió.
.
Vidas armoniosas cayeron
en el infierno de una divina comedia,
cuando los tiernos oyeron
los gritos de una tragedia.
. . . . .


“Les Feuilles Mortes” (Kosma/Prévert, 1945): les paroles originales traduites en anglais

Feuilles mortes_Toronto en octobre de 2015

Dead Leaves
(music/lyrics by Joseph Kosma/Jacques Prévert, 1945)
.
Oh, I’d like so much that you might remember
those happy days when we were friends…
Wasn’t life back then so beautiful?
And didn’t the sun burn more strong than today?
Dead leaves now gather themselves into the shovel
– don’t you see, I haven’t forgotten!
Dead leaves gather all around our wet kisses
– yes, memories and regrets as well.
And the north wind carries them off
into the cold night of oblivion…
You know: I haven’t forgotten
that song you used to sing for me.
.
It’s a song that’s a lot like you and me
– you who loved me, and I who loved you.
And we were living – the two of us – together
– you loving me, and I you.
But this life separates those who love,
softly, with not a hint of noise
– just as the sea erases the footprints
of lovers divided.
.
Dead leaves now gather themselves into the shovel
– mementos and remorse as well.
But my love, quiet and true,
smiles, always, and gives thanks to this life.
Oh, how I loved you! And you were so pretty!
How can you wish that I should forget you?
Life back then was so beautiful,
and the sun scorched – much more than today.
You were my only, my sweetest girl
– and I have no time for regrets.
And that song you used to sing for me,
well – always it’s ringing in my ears!
Feuilles d'octobre_Toronto_19.10.2015
Les Feuilles Mortes (1945)
(musique/paroles: Joseph Kosma / Jacques Prévert)
.
Oh! je voudrais tant que tu te souviennes
Des jours heureux où nous étions amis.
En ce temps-là la vie était plus belle,
Et le soleil plus brûlant qu’aujourd’hui.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle
Tu vois, je n’ai pas oublié…
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi.
Et le vent du nord les emporte
Dans la nuit froide de l’oubli.
Tu vois, je n’ai pas oublié
La chanson que tu me chantais.
.
C’est une chanson qui nous ressemble,
Toi, tu m’aimais et je t’aimais.
Et nous vivions tous deux ensemble,
Toi qui m’aimais, moi qui t’aimais.
Mais la vie sépare ceux qui s’aiment
Tout doucement, sans faire de bruit.
Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis.
.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi.
Mais mon amour silencieux et fidèle,
Sourit toujours et remercie la vie.
Je t’aimais tant, tu étais si jolie,
Comment veux-tu que je t’oublie?
En ce temps-là, la vie était plus belle
Et le soleil plus brûlant qu’aujourd’hui.
Tu étais ma plus douce amie
Mais je n’ai que faire des regrets.
Et la chanson que tu chantais
Toujours, toujours je l’entendrai!

. . . . .


Robert Frost: “No hay nada de oro que puede durar”

Hojarasca de octubre en Toronto_16.10.2015

Robert Frost (1874-1963)
No hay nada de oro que puede durar (1923)
.
¿La primera verde de la Naturaleza?
Eso es dorado – con
su tinte más terco guardar.
Su hoja precoz es una flor,
pero solo vive una hora.
Pues hoja se hunde, hoja por hoja;
y el Edén al luto se hundió.
Y el alba baja a cada día
– no hay nada de oro que puede durar.
. . .
Robert Frost
Nothing Gold Can Stay (1923)
.
Nature’s first green is gold,
Her hardest hue to hold.
Her early leaf’s a flower;
But only so an hour.
Then leaf subsides to leaf.
So Eden sank to grief,
So dawn goes down to day.
Nothing gold can stay.

. . . . .


Erica Jong: “Punto de vista otoñal”

Hojas de octubre en Toronto_14.10.2015_A
Erica Jong (n. 1942)
Punto de vista otoñal

.
Ahora, asentándome, con cajas en el piso,
y la radio sonando a las paredes vacias,
ganchos para cuadros dejados encallandos
en los cuadrados sin tachas donde estuvieron pinturas.
.
Y hay algo que nos recuerda que
este día es como todas las otras mudanzas.
Es el hallazgo de las sobras sucias de la vida de alguien otro:
pelo caído en el lavabo,
el hueso de un melocotón,
y cerillos quemados en el rincón.
Son cosas no preservadas pero nunca escobadas fuera
– como fragmentos de sueños alarmantes que
nos tropezamos todo el día…
.
En ordenar nuestras vidas, las desechamos,
fregamos limpias las duelas de esta casa – nuestro hogar –
en caso de que el desecho de las vidas que no hemos llevado
se vuelva – por una manera rara y aterradora – lo nuestro.
Y tenemos planes que no tolerarán nuestros temores
– un año compuesto como cuartos en una nueva casa,
las copas polvorientas ahora enjuagadas,
los jarrones llenados,
los libreros combandos con libros pesados del invierno.
Mirando al cuarto en su estado de siempre-ser,
nos contentamos con pasar el plumero y con la expectación.
Regresaremos aquí de las calles oscuras y silenciosas,
nuestros brazos llenos de libros y provisiones,
ansios como siempre estamos en el invierno,
y buscando La Buena Vida que hemos hecho.
.
Me miro, en ese tiempo: tensa, solemne,
en tacones que pellizcan,
no disfrutando la luz de metas cumplidas,
pero mirando al pasado – a ahora –
y veré a una chica en huaraches
– perezosa, quemada –
parada dentro de un cuarto escueto,
rica con promesa y con sensaciones envidiosas.
.
Ahora nosotros planeamos, y retrasamos, y avanzamos al porvenir
– casi como, cuando el cuarto nos contendrá
(con todo nuestro cachivache atesorado) –
habremos rellenado cualquier hueco que nos obliga a vagabundear,
descontentos en nosotros mismos.
.
El cuarto no cambiará:
alfombra, sillón, nuevas capas de pintura
– estos no harán ninguna diferencia.
Nuestros ojos son caprichosos
pero quedamos iguales debajo de los bronceados:
pálidos, asustados, y
sonando nosotros mismos hacia atrás y hacia adelante,
dentro del Tiempo,
y sonando nuestros seres sonandos.
.
Quedo a la espera de verme
mirando hacia atrás.

Hojas de octubre en Toronto_14.10.2015_B

Erica Jong (born 1942)
Autumn Perspective
.
Now, moving in, cartons on the floor,
the radio playing to bare walls,
picture hooks left stranded
in the unsoiled squares where paintings were,
and something reminding us
this is like all other moving days;
finding the dirty ends of someone else’s life,
hair fallen in the sink, a peach pit,
and burned-out matches in the corner;
things not preserved, yet never swept away
like fragments of disturbing dreams
we stumble on all day. . .
in ordering our lives, we will discard them,
scrub clean the floorboards of this our home
lest refuse from the lives we did not lead
become, in some strange, frightening way, our own.
And we have plans that will not tolerate
our fears– a year laid out like rooms
in a new house–the dusty wine glasses
rinsed off, the vases filled, and bookshelves
sagging with heavy winter books.
Seeing the room always as it will be,
we are content to dust and wait.
We will return here from the dark and silent
streets, arms full of books and food,
anxious as we always are in winter,
and looking for the Good Life we have made.
.
I see myself then: tense, solemn,
in high-heeled shoes that pinch,
not basking in the light of goals fulfilled,
but looking back to now and seeing
a lazy, sunburned, sandaled girl
in a bare room, full of promise
and feeling envious.
.
Now we plan, postponing, pushing our lives forward
into the future–as if, when the room
contains us and all our treasured junk
we will have filled whatever gap it is
that makes us wander, discontented
from ourselves.
.
The room will not change:
a rug, or armchair, or new coat of paint
won’t make much difference;
our eyes are fickle
but we remain the same beneath our suntans,
pale, frightened,
dreaming ourselves backward and forward in time,
dreaming our dreaming selves.
.
I look forward and see myself looking back.
. . . . .


Richard O. Moore: “Evocación”

Hojas de octubre_Toronto_14_10_2015

Richard O. Moore (1920-2015)
Evocación
.
Agarrando en una estación tarde
a un desplazamiento de mundos,
dentro del equilibrio dorado del otoño,
del amor y de la razón,
.
hicimos nuestra paz.
Nos quedamos quieto en octubre,
dentro de la luz decreciente,
y buscamos, uno al otro,
reposo y liberación de un silencio,
y de la condenación lente de una expresión
que es débil y cae del silencio.
.
En el sol de octubre,
por el río verde,
hablábamos.
Y en octubre – tarde en octubre –
las hojas de los arces plateados
habían descendido.
.
Pero lo que dijimos
– entre las hojas vivas –
estuvo perdido:
presto como la caída de las hojas,
y quebradizo,
y de un rojo sangre.
.
Para Kenneth Rexroth, 1950

. . .
Richard O. Moore
A Reminiscence
.
Held in a late season
At a shifting of worlds,
In the golden balance of autumn,
Out of love and reason
.
We made our peace;
Stood still in October
In the failing light and sought,
Each in the other, ease
.
And release from silence,
From the slow damnation
Of speech that is weak
And falls from silence.
.
In the October sun
By the green river we spoke,
Late in October, the leaves
Of the water maples had fallen.
.
But whatever we said
In the bright leaves was lost,
Quick as the leaf-fall,
Brittle and blood red.
.
For Kenneth Rexroth, 1950
. . .
De / From:
Writing the Silences © 2010, Richard O. Moore & University of California Press
. . . . .


Paul Laurence Dunbar: “Feliz Otoño”

Hojas del otoño_9 de octubre 2015_Toronto
Paul Laurence Dunbar (1872-1906)
Feliz Otoño
.
Es una farsa – estos cuentos que dicen,
sobre las brisas que suspiran,
y gemidos en el campo y valle
– porque está muriendo el año.
Tantos principios son muy absurdos
– no me importa quien los ha aprendido –
porque no hay nada entendida por bestia o pájaro
para hacer un otoño solemne.
.
En tiempos solemnes, cuando el luto domina
con el semblante angustiante,
notarás que hay más negro y gris en su ropa.
Ahora los tintes púrpuros están en todas partes;
el cielo es azul, y suave;
aun la hierba pone el suelo
de verde modesto al amarillo.
.
El erizo de la semilla ríe y raja sobre mota-hierba de pluma,
y estramonio;
y las hojas que deben estar arregladas en negro
están todas adornadas en carmesí.
Una mariposa va más allá, sobre sus alas,
y un pájaro-cantante viene después;
y La Naturaleza, de la tierra hasta el cielo,
se desborda con risa.
Las olas pequeñas tocan los arroyuelos,
como unas chamacas brillantes;
la luz del sol corre en las colinas,
y ríe entre las hierbas del campo.
.
Nuestra tierra está tan llena de diversión,
no puede contenerla;
y arroyos de júbilo corren tan libremente que
el cielo parece llover con la dicha.
.
No me hables de días solemnes
durante el tiempo esplendoroso del otoño,
porque el sol muestra rayos más raros,
y estos se vuelven biselados y esbeltos.
En hecho: es el clímax del año
– el momento más alto para vivir –
hasta que, naturalmente,
su hurra que rebosa pues se integra al
Día de Acción de Gracias.

. . .
Paul Laurence Dunbar
Merry Autumn
.
T’s all a farce, — these tales they tell
About the breezes sighing,
And moans astir o’er field and dell,
Because the year is dying.
Such principles are most absurd, —
I care not who first taught ’em;
There’s nothing known to beast or bird
To make a solemn autumn.
In solemn times, when grief holds sway
With countenance distressing,
You’ll note the more of black and grey
Will then be used in dressing.
Now purple tints are all around;
The sky is blue and mellow;
And e’en the grasses turn the ground
From modest green to yellow.
The seed burrs all with laughter crack
On featherweed and jimson;
And leaves that should be dressed in black
Are all decked out in crimson.
A butterfly goes winging by;
A singing bird comes after;
And Nature, all from earth to sky,
Is bubbling o’er with laughter.
The ripples wimple on the rills,
Like sparkling little lasses;
The sunlight runs along the hills,
And laughs among the grasses.
The earth is just so full of fun
It really can’t contain it;
And streams of mirth so freely run
The heavens seem to rain it.
Don’t talk to me of solemn days
In autumn’s time of splendor,
Because the sun shows fewer rays,
And these grow slant and slender.
Why, it’s the climax of the year,—
The highest time of living!—
Till naturally its bursting cheer
Just melts into Thanksgiving.

. . . . .


Carl Sandburg y Rainer Maria Rilke: poemas otoñales

Hojas de octubre en Toronto_9 de octubre 2015
Carl Sandburg
Autumn Movement
.
I cried over beautiful things knowing no beautiful thing lasts.
.
The field of cornflower yellow is a scarf at the neck of the copper
sunburned woman, the mother of the year, the taker of seeds.
.
The northwest wind comes and the yellow is torn full of holes,
new beautiful things come in the first spit of snow on the northwest wind,
and the old things go, not one lasts.
. . .
Carl Sandburg (1878-1967)
Movimiento Otoñal
.
Yo lloraba sobre bellas cosas, sabiendo que nada dura que es bella.
.
El campo de aciano amarillo es un paliacate
en el cuello de la mujer de piel cobriza y quemada por el sol;
ella es la madre del año y la tomadora de semillas.
.
El viento noroeste llega, y el amarillo está rasgado y lleno de rotos;
nuevas cosas bellas viene con el primer escupitajo de nieve en ese viento noroeste;
y las viejas cosas se van – ninguna dura.

. . .
Rainer Maria Rilke
Autumn
.
The leaves are falling, falling as if from far up,
as if orchards were dying high in space.
Each leaf falls as if it were motioning “no.”
.
And tonight the heavy earth is falling
away from all other stars in the loneliness.
.
We’re all falling. This hand here is falling.
And look at the other one. It’s in them all.
.
And yet there is Someone, whose hands
infinitely calm, holding up all this falling.
. . .
Rainer Maria Rilke (1875-1926)
Otoño
.
Caen las hojas, caen desde alto – o parece,
casi como huertos murieron muy alto en el cielo.
Cada hoja cae como hacer gestos de “No”.
.
Y esta noche la tierra pesada está cayendo
lejos de las otras estrellas en la soledad.
.
Nosotros todos, estamos cayendo; aun cae mi mano.
Y mira a la otra; está dentro de todos – ello.
.
Pero todavía hay Alguien…y sus manos son
infinitamente calmadas, sosteniendo todo este “cayendo“.

. . . . .


Edna St.-Vincent Millay: “El Mundo de Dios”

6 de octubre 2015_primeras hojas que cambian de color_Toronto

Edna St.-Vincent Millay (1892-1950)
El Mundo de Dios (1917)
.
Ah Mundo, ¡no puedo abrazarte bastante íntimo!
¡Tus vientos, tus cielos amplios y grises,
Tus neblinas que rodan y suben!
¡Tus bosques, este dia de otoño, que se ansían, que se hunden,
y que lloran con color! ¡A machucar ese peñasco sombrío!
¡A levantar la cuesta de ese risco negro!
Mundo, mundo, ¡no puedo agarrarte bastante cerca!
.
Largo tiempo es que conozco una gloria en todo esto.
Pero nunca comprendo algo;
que aquí existe un gran ardor – me estira en piezas.
Señor, tengo miedo de un dato:
Has hecho el mundo en este año demasiado bello.
Mi alma está fuera de mí;
Que caiga ninguna hoja llameante;
Te suplico – que no canten los pájaros.
. . .
Edna St.-Vincent Millay
God’s World
.
O world, I cannot hold thee close enough!
Thy winds, thy wide grey skies!
Thy mists, that roll and rise!
Thy woods, this autumn day, that ache and sag
And all but cry with colour!   That gaunt crag
To crush!   To lift the lean of that black bluff!
World, World, I cannot get thee close enough!
.
Long have I known a glory in it all,
But never knew I this;
Here such a passion is
As stretcheth me apart,—Lord, I do fear
Thou’st made the world too beautiful this year;
My soul is all but out of me,—let fall
No burning leaf; prithee, let no bird call.
. . . . .


Contemporary poetry from Spain “outside The Canon”: Gamoneda, García Valdés, Casado, Santana, Piera and Ramón

29.09.2015_First Autumn Leaves_ Withrow Park_Toronto
Selections from: “Panic Cure”: Poetry from Spain for the 21st Century, translations © Forrest Gander (2013)
. . .
Antonio Gamoneda (born 1931, Oviedo, Spain)
Saturday (Sábado)
.
1.
That wailing animal, it was in your soul before it went yellow;
the animal given to licking pale wounds,
the one blind to mercy;
that sleeps in the light and is miserable,
the one that thrashes in lightning.
.
The woman whose heart is blue and feeds you relentlessly,
that’s your mother inside her ire;
the woman who forgets nothing and goes naked in silence,
that was music for your eyes.
.
Vertigo in the quiet; corporeal substances appear in mirrors and set
doves on fire. You paint trials and tempests and regrets.
.
Just so, the light of old age, just so
the apparition of pale wounds.
.
2.
I’m naked near untroubled water. I left my clothes in the silence of the
last branches.
Such was my destiny:
to come to the edge and to shiver at the water’s calm.
. . .
Being in You (Estar en Ti) – from Castilian Blues
.
I don’t enter you so you lose yourself
under the force of my love;
I don’t enter you to lose myself
in your life or mine;
I love you and I enter your heart
to live with you as you are,
that you might protract yourself in my life.
.
Not you not me. Not you not me.
Nor your hair spread out although I love it.
Only this unlit companionship.
Now
I’m clear
Spread
your hair.
Spread your hair.
. . .
Freedom in Bed (Libertad en la Cama)
.
Every day I get out of bed
and say goodbye to my partner.
Look: when I put on
my pants
I lose
my
freedom.
.
When night comes, again
I go back to bed and sleep.
.
Sometimes I dream they take me with my hands tied,
but then I wake and feel the darkness,
and, of the same quality, my wife’s body and mine.
. . .
Olvido García Valdés (born 1950, Asturias, Spain)
from The Third Garden (El tercer jardín)
.
Another country, another landscape,
another city.
An unknown place
and an unknown body,
your own body, strange
road leading
straight into dread.
The body as another,
and another landscape, another city;
an evening falling over stones
more tenderly gorgeous
than any you’ve seen before,
stones of honey like light.
. . .
from Night Hunt (Caza nocturna)
.
Remember this Saturday:
tombs excavated from rock,
in semicircles,
facing east,
and the gate in the wall open
to broken fields, to silence
and western light. I need
the eye of wolves
to see. Or love and its radical
contact – that edge,
an intimacy measured only
in distance, its want of pity
charged with tenderness.
So, on that note, acknowledging
the cannibalistic custom, a man eats
a woman, acknowledging
that flesh lives
on flesh, on eyes and their acute attentiveness,
on the time and what took place.
Someone put it elsewise: many times
I thought we were unhappy; now
that misery seems to have been only a face
of our happiness. Bliss
doesn’t rise but falls
like softest rain. Remember
that Saturday in February,
so like this one in November.
Close your eyes. Wear yourself out
climbing on, you without your voice,
carrying that notebook in which you write
things you’d like to say.
The non-materiality of words
blasts us with heat and surprise, a hand
squeezing a shoulder,
warm breath on a jersey.
To the parched, a jug of water,
the eyes of wolves
to see. Context
is everything, cold
transparent air. Something like this:
Tibetan farmers
sitting on the ground, in semicircles,
learning to read at winter’s end,
when work is done, they’re discussing
a photograph, they’re
wrapped up warmly; or a boy
beaten to a pulp,
who time leaves behind,
who is restored, like some old photograph.
Three moths, at the lamp’s light,
enter the glass.
. . .
Miguel Casado (born 1954, Valladolid, Spain)
from False Move (Falso movimiento)
In the City (En la Ciudad)
.
It happens now and then, this return
of the young fascists, that graffit,
the symbols. Some
laugh it off, probably
others get scared,
driving aimlessly, not noticing
if they’ve left stains on the seats.
Parceled out among
the black and twisted
letters on the wall
are duotone ads. They joke, sure,
and they screw around. With
placards they
plug the windows
of bankrupt businesses.
29.09.2015_G
Sandra Santana (born 1978, Madrid, Spain)
from Is The Verb so Fragile (Es el verbo tan frágil)
.
The doctor asked her to try to be more concise: “Exactly where does it
hurt?” But even as her index finger approached her knee, the metallic
pain dissolved into a kind of fizzy tingling in her left heel. Embarrassed,
she paused and began again, this time trying to pay stricter attention.
. . .
Interior Lights (Luces de Interior)
.
(We always allow ourselves to be moved
by the sincerity
others so
unerringly concoct.)
.
Its warmth
is such that you can feel in the walls
the ceaseless throb of the present.
.
We’re not going to give up just
when they try to elucidate
the maximum safe distance
between the possible
and the whistling sleep of the audience.
.
Applause
.
Better to keep watching the screen
and support, on your shoulder,
my head.
29.09.2015_F
Julia Piera (born 1970, Madrid, Spain)
.
There are empty apartments in the ‘hood. Some residents
turn on the radio at night and dance with those who are
missing. Others wall up the terrace of their apartment
to block out the semi-bourgeois condominiums that
surround them. And they rent a broken telescope to get a
view through the windows. At Christmas they buy coloured
lights and hang them in front. There’s an indoor basketball
court, unpainted, shabby, busted up, where the ten childred
who stay there night and day play alone. One evening, at
sundown, a gunshot went off.
Only the violent step out to the balcony.
. . .
Esther Ramón (born 1970, Madrid, Spain)
Uncorking
.
snorting through
twinned tunnels
the steam
of deer
sniffing out
the source
of our scent
board nails
the neglect
of syllabical
veins
brushed against
its own branched
stench it tests
the fear combustion
the air snagging just beyond
the reach
of its breath
. . .
Essay (Ensayo)
.
stealthy by the
sterile oven
everyone asleep
the trapdoor
covered with dirt
and a ladder
slanted down
new statues
the flashlight’s thirst
traces ellipses
over empty bags
a trace of wheat
under the iron taste
of tools
a panic
of rats
squabbles
. . .
Pigments (Pigmentos)
.
furtive with limes
we cut the weight
by a few grams
on the covered
plastic indigo
flakes of terracotta
snowing
over the surface
we muddle
the hue
with saliva
from work
horses
with rain
albescent cranes
pop up
dancing along
the walls
. . .
Iron Age (Edad del Hierro)
.
and with stone
sometimes chickens
shrieking
trilobites
with their geometries
intact
stiff ferns
teeth
lightweight pleistocene
bones
wax and sandstone
tablets
weird insects
suspended
in amber
shell horns
root cuttings
scrapers necklaces
of flint feathers
spearheads

. . . . .


El Salvador: una breve muestra de sus poetas nacidos en los años 70 y 80

Rafael Figueroa_pintor, El Salvador_

Rafael Figueroa_pintor, El Salvador_”Mi conciencia y demencia”_2013

Lya Ayala (1973)
Innombrable
.
Amanecen en la tarde
los sueños dormidos
recordando las ventanas de arena
los gritos entre las olas
cambiando levemente ante mis ojos
el azul por verde
el sol verde, la luna verde
calladas las nubes son un tiempo de ecos
la soledad pequeña dulce transparente
soledad de los rincones
Todas las sombras que conocí entonces
se llamaban de esa manera
volaban como algas en las manos
Allá lejos
el ruido rozaba el muelle
y el muelle escuchaba.
. . .
Medio segundo

Pobladores de hojas
crean abismo
seres blancos y sin miradas
Podría ser la caballería del siglo esplendoroso
Ricardo observando desde su torre
el oscuro bosque
he visitado su castillo
sostenido una lanza en vestido ocre
y un idioma de metal entre los labios
Podría ser la cruz entre las costillas
A Él llegue a amarlo
Aquella tarde vi mi rostro entre sus manos
Sospechaba haberlo visto antes
ahora navego
busco el paraíso en las Indias.
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Soledad
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Árboles de agua
entran por la ventana
tiritando se acuestan sobre la cama
el piso remueve la historia,
hay una taza, un libro, una llave
los zapatos se angustian
y acuden a la entrada
la puerta es incierta
el techo calla
Un río de árboles respira
en mi almohada
y la noche escucha,
mi noche sin sombras
sin truenos
sin fantasmas.
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Roxana Méndez (1979)
Sentada en la estación
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Sentada en la estación
de algún invierno,
siento como el silencio
me alcanza y me rodea…
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De los vagos rincones
veo salir siluetas…
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Siluetas que transportan
neblina entre los dedos…
Rostros que no he observado
y voces que no entiendo…
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Siguen, siguen llegando
continúan saliendo…
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Vienen hasta muy cerca:
me cantan al oído
melodías nocturnas
que me saben a mar,
a marismas, a viento,
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a lugares antiguos
donde nada es real,
a luz cálida y suave,
y frases pronunciadas
en un tiempo remoto
con lenguajes de sal…
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Oscurece otra vez
me levanto, camino,
y el sendero que tomo
se torna más sombrío.
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Camino en la penumbra…
Atrás, el cielo azul,
no encuentra ningún sitio.
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Duke Mental (1979)
La Carta (un fragmento)
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De verdad que quiero escribir una carta
que llegue un día a tus manos
y no sean noticias mías  ni de mi ciudad
quiero escribir una carta que cuente uno a uno mis golpes en la cabeza al respirar
pero  quien cuente  los golpes  sea el aliento que  respiré  y el viento que atraviesa mis
pulmones  inflamados de tanto tóxico
tan tóxico que todos llevamos muertos en la espalda  tan solo por llevar sus nombres en nuestros  documentos
nombres que ensucian los muros  más libres de estas venas  estridentes con códigos y rimas   que solo consiguen hacernos inmune al dolor
nombres que pueda descifrar tanta muerte entre  tanto silencio
que   brota entre tanta tierra y tanta noche.
Ojalá un día pueda escribir los golpes que me dio la neblina
y que el día que pueda escribir esta carta
no seas vos  ni yo el finado que diga:
No hay mayor acto criminal en estos días  que se pueda inventar  en este mundo
que hacer sonreír entre tanto llanto.

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Tomás Andreu (1980)
Somos efímeros
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Somos efímeros:
un relámpago en medio de la noche
sería más longevo que toda nuestra existencia
y el fulgor de una hebra de tabaco,
ardería más que todos nuestros sueños.
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Somos decadentes:
un perro putrefacto bajo el sol del mediodía
sería un  surtidor benevolente de retribución a natura
y  sería algo nuevo bajo el sol
más que todo el fruto de nuestras manos.
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Somos pequeños:
una ola del azul y profundo mar
sería más esbelta que nuestras ideas
y en la solaz orilla de la playa,
un nombre sobre la arena llegaría
lento al olvido, después del nuestro.
somos desolación:
el yermo Sahara en su vasta soledad
sería más fértil que nuestro enjambre de esperma
y la infinita arena que el sol hace relampaguear
perviviría más que toda nuestra descendencia.
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Somos efímeros,
somos decadentes,
somos pequeños,
somos desolación.
somos el poema que nadie acaba.

Rafael Figueroa_pintor, El Salvador_

Rafael Figueroa_pintor, El Salvador_”Vitamina Life”_2013

Róger Guzmán (1981)
Un roce de tu aliento
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La niña de los pies sensuales quiere caminarte hasta el último sudor
Te dibuja una sonrisa con sus fotografías Te masturba las manos con tus ojos
Tatúa sus piernas en tus pupilas Te quiere dar un beso
La niña que traga tus problemas y defeca soluciones contra el mal aliento
Contra el cabello despeinado los dientes amarillos y las axilas mal olientes
Quiere sembrar sus viñas en la tierra de tus uñas
Quiere extraer los minerales de tus bolsillos
Quiere tomarte la sangre para fabricar caramelos
Te quiere desnudo
Para hacer realidad todas tus fantasías
Querés que te hable como un predicador que cree en Dios para creerse dios
Querés que te escupa y te grite mundano
Que te anuncie el fin del mundo y del centro del universo
Querés sentirte especial animal como todos los animales
Sentirte más necesario que la lombriz o la mariposa
Sentirte la cura gran enfermedad entre las enfermedades
Sólo querés abrigo animal desabrigado
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Laura Zavaleta (1982)
Mujer y Muerte
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Querida: Los segundos sin permiso, pasan
y todo es estrujado acá dentro.
En la cabeza cargo un nudo de inviernos y sólo digo:
Cómo vas conduciendo la noche mientras desciende
de mí, este largo hilo de hormigas
todas, con tu cabeza de diosa;
con tu crueldad de animal insondable.
Sobre mí hay un dedo infinito
que se desliza y dibuja en mi arena
la forma de un mar que devora y arrastra,
y camina desesperadamente hambriento,
y es una serpiente inmensa que muerde mis talones.
Y no hay nadie
que cierre los ojos por mí.
Y el aliento, la música y la lámpara
son solo ilusión y nada pesa.
Sigue y camina tu abrazo,
en la transpiración, ésta, de realidades
yo solo guardo un sabor de niebla en la boca.
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Las noches en un balcón del Virreyes
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Si el hotel no existe, estoy suspendida en el aire.
Mi hueso atrapa el frío y la catedral se hunde.
De los carros y los taxis verdes,
el denominador común son las estrellas
pegadas al asfalto.
En el estómago duele la noche y la luz asalta.
Los muros son colmenas tatuadas
por animales prehistóricos.
Yo sólo conozco la historia que imagino:
toco la pared y los museos engullen el asombro.
Beso los cuerpos, las huellas de los cuerpos;
los exprimo como frutas celestiales.
Cierro los ojos.
Yo te miro a vos, a quien adoro.
A lo lejos, como yo, prendido del aire.
Ese es el veneno, mirarte mientras conozco,
colgado de una nube rota o fantasmal,
en una ciudad que me traga.
Se respira agua, agua respiro,
y hay un placer que flota más allá de los rostros
y sobre las arrugas.
Qué frío hace y yo soñando agua entre mis manos pequeñas.
Esas, donde cabés milimétrico a pesar del nubarrón
y la ciudad oscura a pesar de la altura de
este sueño amniótico.
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Rebeca Henríquez (1982)
Jardín de Bonsáis
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Nunca olvido a la muerte.
Es un cascabel que repica en la punta de mi melena,
la cual se alarga con los años hacia la cuenca terrosa del sepulcro.
Y no es que esté inmersa en mi hechura:
es que yace junto a mí,
se adecúa a la furia del estío en los recovecos de mi piel
y se acurruca en el centro de mi pecho como un murciélago sombrío.
La muerte siempre está conmigo.
Y puesto que la memoria es una repisa atestada de films inapreciables,
ordenados en una trastienda
donde sólo el murmullo de los gorgojos
podría cuestionar con agujeros su existencia,
así la muerte,
con sus atuendos extravagantes,
está apilada en las celdas acuosas de mi recuerdo.
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Allá,
en algún jardín memorial,
un celador recoge los ramos marchitos de los mausoleos
y los extiende sobre un sillón agradable.
Sabe que la muerte es nada,
tanto como yo sé que con el tiempo
los troncos de un roble diminuto
se inclinarán hacia mis labios
para adornar la estrechez del jardín
donde la muerte
es un cascabel que repica en la punta de mi melena.

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Luis Borja (1985)
El pómulo abierto

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He aquí el pulso de un beso de pólvora
La herida abierta de una caricia
La delgada  sonrisa de un disparo
Con el pómulo abierto acaricio el nombre de las agonizantes horas que me quedan:
“Madrecita, perdóname por mi vida loca.”
Son pocas horas madre las que me quedan
Son pocas horas las que acaricio tu rostro viejo
Tu rostro cansado  y deshojado:
“Madrecita, perdóname por mi vida loca.”
Pero el barrio es igual a tu nombre
Es  la santificación de un beso
Es el refugio de un niño moribundo
Es la señal de que aún existo
Es la gana de encontrarle sentido a mi nombre
Es la sábana de mis días benditos, madre
Con el pómulo abierto y la boca electrizada sé que agonizo
Pero no me llore  ruquita  que la sangre se me dilata al verla
Se me dilata la sonrisa de niño perdido
Y al verla llorar sé que está llegando la hora:
“Madrecita, perdóname por mi vida loca.”
No me niegue la atroz caricia ni el beso en la frente
No crea que nunca supe la soledad que le cause en el alma
Su asediada voz  se me hizo un rosario en el pecho
Tengo el pómulo abierto y la lengua dormida
Llegó  la hora ruquita
Deme el beso de buenas noches.

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