Priscila Uppal: “Necesidades Ontológicas”

Sámaras o frutos del árbol arce al fin de mayo. Los niños canadienses dicen helicópteros de arce.
Lo lamento – olvidé hacer la limpieza
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Lo lamento – Damas y Caballeros – pero olvidé hacer la limpieza
después de los incidentes desafortunados del siglo anterior.
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¡Qué embarazoso! Por favor acepten mis disculpas.
Mi consejo es que ustedes no dan un paseo en este lugar sin llevar puesto gafas de protección.
Entren bajo su propia responsabilidad – tengo que insistir en eso.
Pueden dejar los paraguas por la puerta, si ustedes quieran, pero guarden el boleto.
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Habíamos esperado que Todo Esto fuera despejado y organizado antes de su llegada.
Mi meta era presentar a ustedes unos monitores azules y verdes, y mostradores blanqueados.
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Circunstancias imprevistas.
Trámites burocráticos.
Tan difícil encontrar a los buenos ayudantes en estos días.
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Excusas pobres, ay de mí.
Quizás valoren los impedimentos que yo enfrentaba para proveer borrón y cuenta nueva.
Damas y Caballeros, si se meten en un bache, deben aceptar la pérdida de un zapato o dos.
Pero: no aflojen hasta conseguirlo.
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El progreso es la madre de ingenio.
Aquí tienen, tomen mi mano – sí, éso es.
Pueden que devolverla cuando salen.
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El gato macho negro de Bulgakov le dispararon cuantiosas veces
o
Lo que ansiamos al fin de la Guerra contra Terrorismo
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El gato macho negro que sembró el caos en Moscú
fue tirado por unos oficiales de la ley
pero ningunas balas penetraron su piel (o pelaje, si quieres ser preciso.)
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Ese gato negro disfrutaba jugar al ajedrez,
bebiendo un trago de coñac,
comiendo el escabeche de aceitunas (sorbido de un palillo de plata),
y llevando una corbata negra raída.
Un maestro de hipnosis – que podía zurcido la lana con sorprendente velocidad –
aunque un poco descuidado con el detallar del exposé.
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Durante un año, nos preguntaban conciliar el propósito a los medios,
los hechos con el resultado, y las consecuencias al motivo.
Y nadie se presentó con una alternativa.
En cualquier caso, quemaron los archivos
(¿En el caso de quién? diga el Maestro del gato.)
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Sin embargo, el gato macho negro aborrecía fracasar.
Como durante el largo del siglo, se fiaba del compañerismo del Diablo.
Supuso que nadie no habrá preguntado ningunos asuntos serios
– y entendió éso correctamente.
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¡Don Quixote, puedes aguantar un infierno de palizas!
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¡Don Quixote, puedes aguantar un infierno de palizas!
Aún en este siglo, cuando molinos se transforman en centrales nucleares,
y municipios se convierten en trustes
(una cabeza magullado y morada con moretones, ahora con forma de un cuenco;
un ojo en compota y embadurnado en cuajadas)
permanecen todavía como vistas raras a contemplar.
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En hecho – de veras – hay pocos niños que te conocen (o que pueden articular tu nombre) –
pero, de todas formas,
esas canillas lustrosas
y barbillas dislocadas
son cosas loables.
Y tratarían acertar tu panza, también,
si les permitirás.
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Los renegados pendencieros, con sus alarmas de carro y su malestar de bolsa bursátil,
aquéllos nunca se lanzan en aventuras llevando puesto sus pantalones
(tienen retiros en La Naturaleza, con solo los básicos – ¿para sacarse la lotería?)
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Pero, en primer lugar:
¡A la iglesia! – con rosas y un coche fúnebre.
Tu gobernanta – y tu sobrina – están ensayando;
el camino es corto y el canto es peor.
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Noble errante,
de rodillas en esta vida
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Ojalá qué eludamos esta lucha.
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Pero tu fama te precede
– y te necesitamos, sin duda –
para someterte los golpes por cada sueño tonto que hemos sonado.
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El Fin del Párrafo
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La heroína ha informado a su argumento que ella se escapará.
Sus cosas están en orden:
los adjetivos han sido entregarlos,
los sustantivos han entregado sus carnetes de residencia,
y los verbos – esas piedras preciosas – han sido cosidos en sus pantaletas, elegantemente.
Mientras tanto, cuenta cupones de comida y trenza su cabello en cuerdas.
Su amante – que duerme en el intercambio equivocado –
ella fantasea que él está cantando unas baladas medievales en una tren de diésel.
Pues ella tiene que asearse ella misma de eso,
y tiene que seguir por donde guía la palabra,
tirar hacia arriba de las medias,
configurar su gorro gallardo,
fruncir sus labios contra los alambres eléctricos de nuestra perspicacia,
pues brincar, brincar, al fin de
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Versiones en español: Alexander Best
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Priscila Uppal (n. 1974, Ottawa) es un poeta, novelista y dramaturga canadiense. Es también profesora de literatura en la Universidad de York (York University, Toronto). Su poemario, Ontological Necessities, fue nominado por El Premio Griffin en 2007.
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Poemas del poemario Ontological Necessities (Necesidades Ontológicas) por Priscila Uppal © 2006 (Exile Editions, Holstein, Ontario)
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